Efectividad de las vacunas: Una pregunta para matemáticos.
Por Freyr para Revista Extramuros (extramurosrevista.com) 18-12-2021
Hace unos días me preguntaron cuáles consideraba que eran los mayores problemas que afectaban al mundo hoy. Luego de pensar un rato, decidí que, en lugar de nombrar problemas visibles, como ser la pobreza, la falta de educación, la violencia, la intolerancia, prefería pensar en factores más intangibles que están en la raíz de los problemas visibles. Y si bien hay muchos, me quedo con dos que considero claves.
a) el ataque creciente a la libertad de expresión
b) la bajísima capacidad para analizar la causa raíz de los problemas
Paso a explicar cada uno.
a) Cada día se ve con mayor claridad que hablamos de libertad y de libre expresión, pero hacemos todo lo contrario. Estamos llegando a niveles trágicos de prohibición de opinar distinto, a menos que uno esté dispuesto a ser insultado y defenestrado. Los seres humanos nos hemos convertido en entes sin capacidad crítica, que seguimos a la masa sin cuestionarla, un poco por comodidad y mucho por nuestro deseo de no ser excluidos del grupo. El problema es que esta forma de actuar es muy peligrosa y conduce a una homogeneidad de pensamiento que es contraria a toda vocación de progreso. Todos conocemos la historia de Galileo Galilei, que sostuvo que la Tierra giraba alrededor del Sol y tuvo que soportar el hostigamiento y la burla y vemos esa historia como algo absurdo que ocurrió mucho tiempo atrás, cuando el hombre era mucho menos civilizado y la ciencia se encontraba muy poco desarrollada. En mi opinión, hoy hay muchos Galilei en el mundo, que ni siquiera se atreven a hacer lo que hizo el famoso italiano, porque el hostigamiento sería peor que el sufrido por él. Me consta que hay mucha gente que discrepa con el status quo y que no se atreve a expresarse por miedo a las consecuencias. Una prueba clara de lo que digo son los medios de comunicación actuales. Hay un acuerdo tácito de lo que se puede y no se puede decir. Para cada asunto que genera polémica hay una “forma correcta” de pensar. Por ejemplo, si se cuestionan las políticas de igualdad de género, uno está equivocado. Si se cuestiona la liberalización del aborto, uno está equivocado. Si se cuestionan las políticas migratorias, uno está equivocado. Si se cuestiona la efectividad de las vacunas uno está equivocado. ¿Pero quién es tan sabio como para determinar lo que es correcto y lo que no? Además, cuestionar no significa pensar lo opuesto, puede significar discrepar en parte. El cuestionamiento de las hipótesis está en la base del método científico. Hay una dictadura del pensamiento y ello se ve más claramente en los jóvenes, que piensan en un 95% de la misma manera sobre estos temas. Eso no es normal y mucho menos saludable, porque es un reflejo de su nula vocación crítica y de lo importante que es para ellos pertenecer y no ser aislados.
Hace unos días estaba conversando con un colega que me dijo que estaba bien prohibir la difusión de ciertas publicaciones porque era peligroso difundir mentiras. Yo estoy de acuerdo con eso para ciertos temas muy concretos, como por ejemplo lo vinculado a pedofilia, a suicidio, a discriminación grosera. Pero está claro que hoy en día la barra está muy baja y simplemente se prohíbe todo aquello que no coincida con el relato del establishment mundial. Es enorme la cantidad de publicaciones que son bajadas de Youtube, Twitter, Facebook por ser “peligrosas”, cuando muchas de ellas solamente discrepan con el relato aceptado. Por ejemplo, si alguien quiere publicar una opinión contraria al uso de mascarilla, probablemente será eliminada rápidamente. Si alguien quiere publicar una noticia sobre los efectos secundarios serios de las vacunas, no durará ni diez segundos. Y esto a pesar del que quienes publican son en muchos casos personas de notoria buena reputación en el campo médico o científico.
Este colega me daba como ejemplo de publicación que debería prohibirse, todo lo relacionado con el terraplanismo. Yo opino que la teoría de que la Tierra es plana es disparatada, pero sin embargo creo que no puede prohibirse que quienes la consideren válida puedan publicarla. Si no, corremos el riesgo de hacer lo que hicieron con Galilei. Insisto, me parece una teoría absurda, pero no por ello debe prohibirse su publicación. Si vamos a prohibir la difusión de mentiras, deberíamos comenzar por dejar de escuchar al 90% de lo que dicen los políticos, cosa que no se hace.
Como leí hace unos días: “la ciencia que no admite ser cuestionada, no se llama ciencia, se llama religión”.
b) La dificultad para llegar a la causa raíz de los problemas responde a varias causas, una de ellas la escasez de habilidades analíticas profundas de la mayor parte de las personas. Parecería que, frente a un problema, la primera causa que nos parezca razonable la tomamos como la única y verdadera causa raíz, con lo cual dejamos de indagar. Pero llegar a la causa raíz es en general un proceso complejo y es muy peligroso actuar en base a una causa errada. Esto lo veo a diario a todo nivel, incluso viniendo de personas muy calificadas en cuanto a estudios y logros profesionales.
Volviendo al tema del momento, la pandemia, me sorprende la ligereza con la que se sacan conclusiones sobre la efectividad de tal o cual tratamiento o de tal o cual recomendación del Estado. Antes de entrar en ejemplos, quiero compartir una reflexión personal. Cuando se trata de buscar respuestas a temas como la efectividad de un procedimiento o de una vacuna, solemos hablar con un médico. ¿Por qué sería un médico la persona más indicada? El tema de las vacunas es complejo y sólo ciertos profesionales de ciertas especialidades pueden dar una opinión de valor significativo. En otras palabras, la opinión de un traumatólogo o de un médico general será simplemente la que haya recogido de las recomendaciones generales de las autoridades, pero ellos no están formados para dar una opinión certera sobre algo tan técnico. Sería como preguntarle a un ingeniero civil sobre el diseño de una nave espacial. O como preguntarle a un abogado ambientalista sobre un conflicto laboral. Y para ahondar en mi punto, considero que las personas más calificadas para sacar conclusiones sobre la efectividad de una vacuna no son ni siquiera del campo médico, sino analistas de datos. Es decir, personas capaces de analizar miles de datos y encontrar relaciones de causalidad entre las variables. No es un tema médico, es un tema de análisis de la información.
A continuación, voy a describir un caso real que explica lo anterior. Vivimos escuchando números sobre la efectividad de las vacunas, por lo general muy buenos. Yo no sé si la efectividad es alta o baja, pero sí sé analizar datos. Y el otro día escuché a una persona que vive en los EEUU decir que la vacuna Pfizer era sumamente efectiva en prevenir muertes por COVID, ya que, según los medios, el 99,5% de los fallecidos eran personas no vacunadas. He aquí un ejemplo de lo que mencionaba más arriba. Esta persona asume que, si el 99,5% de los fallecidos eran personas no vacunadas, entonces la vacuna es 99,5% efectiva, lo cual no está alineado con un buen análisis de datos.
Sospeché que estaba frente a uno de los tan comunes casos de variables que se mueven en conjunto, pero que no tienen relación de causalidad. Un ejemplo de esto sería decir que como en verano se observa a mucha gente en pantalones cortos y a la vez se observa un gran aumento en el consumo de helados, entonces la conclusión es que usar pantalones cortos genera deseo de tomar helado. Obviamente ambas variables se mueven en la misma dirección, pero una no causa la otra, sino que el calor es el causante tanto del uso de pantalones cortos como del aumento en el consumo de helados.
Volviendo al tema de la vacuna Pfizer y su efectividad en prevenir muertes, busqué la información en internet. A continuación, se muestran los gráficos de muertes y vacunación desde el comienzo de la pandemia.
Observaciones de los gráficos:
– Todas las muertes ocurridas en 2020 son de personas no vacunadas, porque simplemente no había vacuna en ese entonces. No tenemos datos sobre qué hubiera pasado con los vacunados.
– Si la vacunación debe llegar a un % significativo de la población para tener impacto (algo lógico), recién estaríamos hablando de mediados de abril de 2021 como momento 0, ya que es cuando 30% de la población tenía 2 dosis. Se habla de 70%, pero voy a tomar 30% como punto 0. Y ni siquiera considero los 14 días posteriores a la segunda dosis, que se toma como momento en que el vacunado está totalmente protegido. La conclusión es que todas las muertes ocurridas hasta mediados de abril de 2021 ocurrieron en gente no vacunada, simplemente porque había muy poca gente vacunada. Entonces no estamos comparando cómo le fue en el periodo marzo 2020 – abril 2021 a los vacunadas vs no vacunados, ya que sólo había gente no vacunada en dicho período. Sería como decir que los coches autónomos son muchísimo más seguros que los con conductor, usando como base el hecho de que un 99.999% de las muertes por accidente de tránsito de este siglo ocurrieron en coches con conductor.
– Alguien puede decir que el descenso en muertes es prueba de la efectividad de la vacuna. Sin embargo, se ve en el gráfico que en febrero hay un marcado descenso en el número de muertes, como ocurrió en muchos países y como ya había ocurrido en EEUU en mayo de 2020, sin existir vacuna, hasta que volvió a subir en noviembre. Ya a fines de febrero de 2021, el número de muertes era notoriamente menor al pico de diciembre. Sin embargo, a fines de febrero, sólo el 7% de las personas estaban vacunadas. Por lo tanto, es totalmente incorrecto atribuir dicho descenso a las vacunas.
– Para poder medir la efectividad de la vacuna, deben compararse dos grandes grupos de personas, uno no vacunado y otro totalmente vacunado y ver cómo se comportan en un determinado período de tiempo, Sin embargo, eso no es lo que ocurre al sacar conclusiones de estos gráficos. Llevando este argumento al extremo, podríamos decir que si en EEUU la vacunación hubiera comenzado en julio de 2021, la efectividad sería de 100%, ya que ninguno de los muertos era vacunado. Claro, nadie estaba vacunado.
Quizás al leer esto, usted esté pensando que mi conclusión es que la vacuna no es efectiva. Para nada, esa no es mi conclusión. Mi conclusión de este análisis es justamente que no se puede determinar la efectividad mirando estos gráficos. Y que decir que como sólo el 0,5% de los muertos eran personas vacunadas, la efectividad es del 99,5% es absurdo. Eso sería verdad, aunque la vacuna Pfizer estuviera hecha de agua destilada, porque estamos comparando poblaciones diferentes. Se requiere otro nivel de análisis para sacar conclusiones sobre la efectividad de la vacuna Pfizer.
Para terminar de ilustrar lo errado de sacar relaciones de causalidad al mirar ciertos gráficos, muestro a continuación los de Uruguay.
Como es sabido y como se ve en los gráficos, en Uruguay se comenzó a vacunar en marzo y también en marzo aumentó enormemente el número de muertes, que se mantuvo muy alto hasta fines de junio. Se podría decir entonces que las vacunas causan las muertes por COVID, ya que ambas variables se movieron en sintonía. Con el mismo razonamiento anterior, mi conclusión es que dicha afirmación no puede hacerse basada en esta información. Puede haber otras causas que estén generando las muertes y puede haber sido casual que se hayan disparado las muertes en el mismo momento en que se comenzó a vacunar.
El punto de todo esto es mostrar que un análisis a la ligera no es apropiado para un tema complejo como este y muchas veces he visto en los medios usar este tipo de análisis erróneo para demostrar un punto (eligiendo muy bien el gráfico que apoye su opinión previa), lo cual es preocupante. El otro punto es mostrar la importancia de contar con analistas de datos calificados para poder sacar conclusiones, de lo contrario estaremos actuando en base a premisas erradas y tomando acciones que no conducen a buen puerto.
Hoy en día se escucha con frecuencia que el notorio descenso de las muertes por covid en Uruguay prueban que las vacunas han sido efectivas. Nuevamente, se requiere un análisis mucho más detallado para poder llegar a esa conclusión.
A continuación, muestro un ejemplo de lo que digo. Es el caso de Portugal.
Tomando como referencia el día 16 de marzo de 2021, se observa que, luego de haber pasado por un elevado número de muertes en enero y febrero, ya para el 16 de marzo la mortalidad había caído notoriamente, estando en valores muy bajos. En el otro gráfico se observa que, para el 16 de marzo, el % de vacunados con dos dosis era del 3.7%, en tanto que el de vacunados con una dosis era de 8.7%. Es decir, casi nadie estaba vacunado y mucho menos en las condiciones que se indican normalmente como de protección real, que son dos dosis y 14 días. Claramente, en Portugal no fueron las vacunas lo que hizo bajar los casos. Pero con toda seguridad, si esta misma causa del descenso, sea cual sea, hubiera tomado lugar 3 meses después, muchísima gente estaría concluyendo categóricamente que se debió a las vacunas. De hecho, la mayoría de la gente que nunca ha mirado los datos, debe estar pensando que el descenso en Europa se debe a las vacunas.
Hay muchos países que muestran comportamientos como el de Portugal (mirar en internet cualquier país de Europa), pero la prensa (y la población en general) sólo elige a dedo a aquellos que están en línea con su relato.
Se escucha mucho decir que en Uruguay los casos han bajado mucho gracias a la vacuna. Cuando pregunto a alguien que afirma eso, por qué, me dice “y fíjate como morían 70 personas al día y ahora no muera casi nadie”. Ese análisis muestra muy baja capacidad de análisis de datos. Basta con mirar los gráficos de Europa, donde el primer y el segundo pico bajaron a niveles mínimos antes de empezar a vacunar. Por otro lado, el descenso claro de las muertes ocurrió en toda América, tanto sea en países con alta vacunación como Uruguay o Chile o baja vacunación como Perú, Colombia y Paraguay. Entonces de ninguna manera podemos afirmar que en Uruguay bajó gracias a la vacuna. ¿Si así fuera, por qué entonces bajó al mismo tiempo en los países con muy baja vacunación? Elijo hablar de muestres que de casos, porque los datos sobre muertes son obviamente más confiables, mientras que los casos pueden reportarse o no.
Sé que quien lee esto estará seguramente tentado a concluir que mi opinión es que las vacunas no sirven. Esa no es mi conclusión. Mi conclusión es que la data disponible, al menos, aquella a la que pude acceder en internet, no permite concluir nada al respecto. Y que, llegar a una conclusión no basada en evidencia es muy peligroso, porque nos puede llevar a tomar medidas equivocadas. Esto pasa en todos los campos, pero cuando se trata de la salud, es mucho más preocupante. Tan preocupante como el maltrato que hay a los que piensan distinto al relato oficial y tan preocupante como la no existencia de debates abiertos entre ambas posturas.
Como información adicional, muestro a continuación los gráficos de muertes y % vacunación de Alemania y Reino Unido. Esto puede repetirse para muchísimos otros países. Y ni que hablar de África, donde los % de vacunación son bajísimos y casi no hubo muertes. ¿Acaso alguien ha analizado por qué?
Y aquí el otro caso interesante, Singapur, de uno de los países más vacunados del mundo. Las muertes comenzaron luego de tener a casi toda la población vacunada.
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