Los Gladiadores no pudieron tener un peor arranque en 2024, ya que ganaron sólo un juego de los once que disputaron. Existen atenuantes pero también culpas propias que depositan al equipo en una zona de riesgo importante.
El Lobo había cerrado muy bien el año, con aquel triunfo sobre fines de diciembre ante Ameghino. La tabla de posiciones lo encontraba encumbrado, alcanzando la sexta –o séptima, ya que tras ello se jugaron algunos encuentros más- posición y con plena confianza de alcanzar la clasificación a los play-off tras el fin de la temporada regular. Pero todo se desmoronó en menos de dos meses, como veremos a continuación.
El debut en este 2024 fue de visitante ante Lanús, equipo que hoy lidera la Conferencia Sur. La derrota por 65-82 no sorprendió, pero también es cierto que la diferencia fue algo exagerada. Fue el último cuarto el decisivo para que se sellara todo con ese marcador, algo que sucedería en varios juegos disputados más adelante.
Cuatro días después, Los Gladiadores recibieron a Pico FC, otro rival importante que se encuentra arriba en la tabla. El 65-71 final dejó bastante bronca, porque ese partido bien se pudo haber ganado. La diferencia estuvo en los detalles finales y, un dato nada menor, en la mayor capacidad de recambio del conjunto pampeano.
Luego de eso, comenzó una gira por la ruta verdaderamente demoníaca, ya que parece haber sido creada por el peor enemigo del Club.
El punto de partida fue en Colón versus La Unión de esa ciudad entrerriana. La derrota no deja mucho margen para el análisis: 80-104, en un juego donde el tercer y último cuarto estuvieron de más.
La lógica marcaba que el próximo destino debía ser Concepción del Uruguay para jugar contra Tomás de Rocamora. Pero ese término no existe en el diccionario de los que conducen la CABB y la AdC, por lo cual dos días más tarde hubo que viajar a Rosario para medirse contra Provincial de esa ciudad. Otra vez el tanteador final dijo todo: 61-91 en favor del local.
Con el físico desgastado y el ánimo por el suelo, Gimnasia visitó finalmente a Rocamora –último de la tabla- y, por fin, obtuvo un triunfo. Fue 82-64, y parecía que El Lobo retomaba la buena senda por la que transitó el año pasado. Pero…
La famosa ruta ya no era terrestre sino aérea, pues sin mucho tiempo para descansar el destino señaló que el próximo rival era Hispano Americano en Rio Gallegos. Una vez más, el resultado fue desfavorable -70-76- pero esta vez el sabor fue diferente, ya que Los Gladiadores bien pudieron haberse llevado la victoria.
Apenas días después, hubo que visitar a Pico en La Pampa. El final marcó un 54-66 en favor del local en otro juego que –de haber sido más preciso- Gimnasia bien pudo habérselo quedado.
Seguimos por la ruta y, una vez más, cuando la lógica indicaba que lo más sensato era visitar al Deportivo Viedma por una cuestión de distancia, ésta volvió a fallar y en el lapso de dos días hubo que viajar a Villa María, Córdoba, para jugar contra Ameghino. Otra caída, esta vez 71-81 y nuevamente la sensación de que algo más pudo haberse hecho pese al esfuerzo que pusieron los jugadores y el cuerpo técnico.
Allí se terminó la gira que dejó consecuencias graves más allá de los resultados. Producto de tanto desgaste, Isidro Amendolara se desgarró y aún hoy no volvió a jugar, pero lo peor ocurrió con Marco Bosch quien sufrió una lesión en sus ligamentos y se perdió el resto de la temporada. Para un equipo corto como Gimnasia, este tipo de hándicap suele ser nefasto. Y lo está siendo.
Volvimos a jugar en La Plata pero no en el Polideportivo, ya que por una falla eléctrica que sufrió el recinto, el Club Atenas nos albergó como en aquellas jornadas gloriosas y nostálgicas de fines de los 70 y principios de los 80. Pero lamentablemente, llegó otra caída, una vez más contra Lanús, en un partido que se definió en los últimos minutos. El 63-71 fue quizá demasiado premio para El Granate, pero lo cierto es que para ganar en el básquet hay que encestar más que el rival. De algún modo, esta frase suena a verdad de Perogrullo, pero otra vez nos fuimos con mucha bronca por lo ocurrido.
Pero si de bronca hablamos, lo ocurrido ante Quilmes de Mar del Plata en el Polideportivo llevó la misma al paroxismo. En un juego muy particular, donde Los Gladiadores pasaron de perder por casi veinte puntos a ganar por esa diferencia, el último cuarto fue determinante, ya que el conjunto marplatense se acercó en el tanteador y todo acabó por definirse de la manera menos esperada. A falta de once segundos, El Lobo ganaba por un punto y tenía posesión del balón, pero Alan Moreno –que más de una vez fue héroe- esta vez se convirtió en villano tras cometer una tontísima falta en ataque que le devolvió la esperanza y el balón al rival. Y tras una excelente jugada de conjunto, Quilmes acabó por cerrar el juego con un 85-86 a falta de un segundo para que todo se termine.
Finalmente, ayer recibimos a Unión de Mar del Plata y, una vez más, el resultado fue esquivo: 68-74 en un juego bastante ordinario, sobre todo por el vértigo que le imprimieron ambos equipos y la poca precisión que tuvieron al momento de crear jugadas en ataque.
UN PEQUEÑO BALANCE
Once partidos disputados, diez perdidos. De estar en posición de play-off a ocupar el decimoquinto lugar, sólo por encima de Unión de Mar del Plata y Tomás de Rocamora en la tabla. El futuro aparece sombrío, ya que hoy por hoy se piensa más en evitar caer en el último puesto a jugar más no sea un play-in. El próximo rival será Pergamino Básquet el próximo domingo a las 21 en condición de visitante.
Un último detalle para clarificar aún más todo lo dicho: de las dieciséis derrotas que tienen Los Gladiadores, diez fueron entre enero y febrero de este año. Dios quiera que el domingo comience una nueva historia que tranquilice y ponga al equipo en un lugar más cómodo. Si eso ocurre, la frase latina utilizada en el título (¿A dónde vas Gimnasia?) acabaría por resinificarse.
Foto: gentileza Prensa Gimnasia
