Por Alvaro Grigioni
Gimnasia escribió otra página negra en su historia reciente. Esta vez fue en la Copa Argentina, donde cayó por penales ante Central Córdoba de Rosario, un equipo de la Primera C Metropolitana. El papelón se consumó en San Nicolás y terminó de hundir a Diego Flores, que minutos después del partido presentó su renuncia como técnico del Lobo.
El equipo salió a la cancha sin alma ni ideas, y volvió a dejar en claro que atraviesa una crisis total. Ni siquiera el gol de Bautista Merlini sirvió para maquillar una actuación preocupante. El rival, que juega cuatro categorías más abajo que los grandes del país, lo superó con actitud y orden. Gimnasia, en cambio, cometió errores infantiles y volvió a mostrar sus ya crónicos problemas defensivos.
La derrota fue el punto final para el ciclo de Diego Flores, que cerró su etapa en el club con números lapidarios: 12 partidos dirigidos, apenas 2 victorias, 4 empates y 6 derrotas. Un 25 por ciento de efectividad y ninguna mejora visible. Ya sin respaldo del plantel ni del hincha, el “Traductor” se fue silbado, insultado y escoltado por la policía. Un final cantado.
Las imágenes de su salida lo dijeron todo: rostro desencajado, mirada perdida y una tormenta de bronca desde las tribunas. Los hinchas no perdonaron la eliminación ni el pésimo presente del equipo, que además de quedar afuera de la Copa Argentina, cierra el semestre con un presente desolador: fuera de todo y con el promedio apretando cada vez más.
Ahora la dirigencia deberá buscar un reemplazante en medio de un clima caliente y con el reloj apretando. Gimnasia necesita algo más que un cambio de técnico: necesita reaccionar antes de que sea demasiado tarde.
Foto de Gimnasia Oficial
