“paso 2021”: LA REALIDAD DETRÁS DEL HUMO OFICIAL
Por Alberto Raimundi
Según las crónicas de la prensa hegemónica –de “hegemonía: supremacía de cualquier tipo”-, mercader –de “mercader: comerciante, persona que trata o comercia con géneros vendibles, es decir, mercaderías o mercancías” y mercenaria –de “mercenario, que realiza cualquier clase de trabajo por una retribución, generalmente económica, o que trabaja con el único interés de ganar dinero”, las “paso” del pasado domingo 12 de septiembre de 2021 arrojaron como resultado el “triunfo” de uno de los partidos politiqueros –“que politiquea o habla de política con superficialidad”, de “politiquería, acción y efecto de politiquear” y de “politiquear, intervenir en política o hablar de política de forma superficial y poco acertada, sin dar beneficios a la comunidad”- entre los que se presentaron a las mismas, y otro en segundo lugar, y así sucesivamente.
Estos resultados están mal medidos y, como consecuencia, interpretados erróneamente. En verdad, no se trata de un “error” involuntario, sino que claramente es deliberado.
Vamos por partes.
¿Qué es una democracia? Un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes.
¿Cómo elige el pueblo? A través del “acto eleccionario”, “acto electoral” o “elecciones”.
¿Cuál es el fin último de cualquier “acto eleccionario”? Conocer y formalizar la voluntad del pueblo.
¿Qué es el pueblo? Conjunto de personas que vive en un país determinado. Es decir, TODOS los ciudadanos.
Por lo tanto, para medir los resultados arrojados en un “acto electoral”, hay que tener en cuenta a todos los ciudadanos en condiciones de expresar su voluntad –ELECTORES-, no solamente a aquellos que concretamente emiten su voto –votantes-, ya que la acción de no hacerlo, de no participar, de no asistir, es también una expresión de la voluntad en sí misma, más teniendo en cuenta que según nuestra ley, reñida con el verdadero concepto de la “democracia”, es “obligatorio” ir a votar. Esto es válido para todos los casos, pero alcanza mayor significación en nuestro país, que tiene una triste historia política, signada casi en su totalidad por los fracasos y las traiciones a la patria y al pueblo, y un actual sistema caracterizado por la ausencia de POLITICA –herramienta para modificar la realidad en pos los intereses nacionales y del pueblo, del bien común y del bienestar general- y la presencia total de politiquería –herramienta que usa la “política” y la desvirtúa para alcanzar el poder en pos de intereses sectoriales y personales, siempre ajenos a los del pueblo-.
Por lo tanto, todos aquellos ciudadanos que no están de acuerdo con este sistema perverso dominante, solo tienen como opción, para expresar sus convicciones, el no participar de los comicios. Y están en todo su derecho, más allá de lo que diga la fría letra de la “ley”, que casi nunca tiene que ver con la justicia, la legitimidad o la verdad, y que casi siempre está relacionada con el poder. Curiosamente, en los casos en los que es justa, legitima y honra la verdad, el poder se las ingenia para pasarla por alto y quedar impune, como claramente viene pasando con la pobre Constitución Nacional que, a pesar de ser la LEY SUPREMA, es violada de forma consuetudinaria y serial por quienes deben respetarla, cumplirla, hacerla respetar y hacerla cumplir.
Por lo tanto, los resultados, medidos correctamente, sin mala intención y priorizando la voluntad popular en su verdadera dimensión, se deben basar en los ELECTORES y no en los votantes, a pesar de que no convenga al sistema, a sus operadores y a todos aquellos que se benefician con este régimen, que nada tiene que ver con la democracia ni con la verdad.
En el siguiente cuadro presentamos los datos y la incidencia porcentual de cada opción, según la versión “oficial” –tomando como referencia los votantes- y según la REALIDAD –tomando como referencia a los ELECTORES-.
Es notable como cambia todo.
Según la versión oficial, falaz y alejada de la verdad, los votos “positivos” –los que votaron a un partido politiquero determinado- en la versión “oficial” constituyen el 93,50%, pero en la REALIDAD son el 61,90%. Lo mismo con todos los datos.
Lo importante es que, según la versión oficial, la “primera fuerza” sería “juntos por el cambio” con el 39,37% de los votos, cuando en REALIDAD la PRIMERA FUERZA la constituyen todos aquellos que decidieron NO IR A VOTAR, con el 33,79%, y esto aumenta si sumamos a éstos a quienes votaron en blanco y a quienes anularon deliberadamente sus votos, llegando al 38,02% contra un 26.07% REAL de “juntos por el cambio”, ampliándose significativamente la diferencia con respecto al resto de las opciones. La diferencia, REAL, es enorme.
Podríamos escribir varias carillas, volcando todos los datos y comparando los resultados “oficiales” versus los resultados REALES. Pero sería redundante, ya que en el cuadro están presentados claramente.
Lo cierto y concreto, es que casi el 40% de los argentinos, en condiciones de votar, no confía en el sistema y, muchísimo menos, en sus operadores. Y esto debería ser tenido en cuenta y, por lo menos, ser investigado y analizado profunda y seriamente, porque, así como estamos, apelando a legalismos alejados de lo legítimo y lo justo, no se están respetando ni la opinión, ni las ideas, ni la voluntad de la mayoría. Esto es indiscutible. En definitiva, lo que no se está respetando, es la democracia en su más estricta concepción.