LA PLATALA PLATA MAGICA - Roberto Abrodos

EL TAXI DE NUESTRA CIUDAD NACIO CON LAS PRIMERAS LUCES DEL SIGLO PASADO

Por Roberto G. Abrodos

Desde que el hombre estableció comunicación con sus semejantes instalados en otras regiones, buscó la mejor ma­nera de apaciguar las angustias que ocasionaban el largo trajinar. Dicho en otros tér­minos, hasta que la rueda suplió al único transporte que en ese entonces se conocía como caminar, acortar distancias era por cierto una tarea extenuante. Si bien la relación del hombre con el taxi nació con las primeras lu­ces del siglo XX, ya la historia nos indica que generaciones precedentes a la de nuestros tatarabuelos, utilizaban, previo desembolso de un pequeño capital, medios de transporte.

Mateo

Obtener una fecha determinada en la cual se haya inicia­do la faz comercial del trans­porte sería una búsqueda trabajosa, aunque ya en el siglo VII, Francia disponía de un servicio organizado de carrua­jes al servicio de la población. Mucho antes, los griegos, ya habían delineado un sistema popular de transporte que se solventaba con el aporte de la comunidad.

En Argentina, el taxi tuvo como centro de mayor influen­cia la Capital Federal, donde tras una crisis económica por la que atravesó la Nación, los taxis dieron lugar a la creación del colectivo, medio que aún hoy el más incrédulo de los porteños no duda en afirmar que fue un certero invento na­cional.

Auto de Alquiler

En nuestra ciudad, el primer taxi que fue utilizado como tal, data del año 1903 y su propie­tario, la tienda Buenos Aires, lo regenteaba. En principio se controlaron por ta­xímetro y la bajada de la ban­dera marcaba 0.80 centavos. Como dato ilustrativo cabe se­ñalar que un viaje desde la estación del ferrocarril hasta la calle 51 y 7 costaba 1,80 pe­sos. Uno de los inconvenientes de la época lo constituyeron los vehículos con y sin capota.

Los primeros eran en invier­no mucho más solicitados que los otros y estos a su vez en tiempo de verano superaban en comodidad a los que con ra­zón ganaban más pasajeros cuando la temperatura era baja.

Uno de los primeros propie­tarios de taxis de nuestra ciu­dad, el señor Alberto Esteban Campanero, decidió idear un sistema de capota que permitiera usar el vehículo todos los meses del año y ahorrar las molestias que ocasionaba el no tener pasajeros para transportar.

El detalle técnico consistió en colocar una capota de madera que pu­diera sacarte cuando fuera ne­cesario. Claro está, que hubo otros inconvenientes como ser, el in­flado de cubiertas que se rea­lizaba por medio de un infla­dor a mano. La reparación de gomas o cámaras, junto a la aparición de la bicicleta, no fue tan grave ya que al poco tiem­po surgió el sistema de vulca­nización.

Taxi

Hoy la ciudad muestra un as­pecto muy diferente al de aquellos tiempos, en este rubro principalmente. El taxi y el remis se ha convertido en el me­dio más rápido de trasladarse dentro de la ciudad, salvando las aglomeraciones del tráfico y las dificultades que de él se desprenden. El taxi también fue motivo de inspiración para que muchos escritores basaran sus narraciones en torno a él y a quién lo conduce que en la mayoría de los casos suele convertirse en receptáculo de innumerables anécdotas.

Hacia 1914 La Plata disponía entre 30 y 34 vehículos de alquiler, cuyas marcas eran Overland, Fiat, Torino, Deloney, Itala, Warren, Spa, Humber, Maesvolet, Nasaro, Ford T, etcétera. La única parada autorizada para buscar pasajeros se situaba en la estación Sud hoy FCNGR sobre la calle 1 entre 43 y 44. Una huelga que se extendió por un mes aproximadamente motivada por una disposición oficial que prohibía el estacionamiento de vehículos de alquiler sobre el sector indicado, dispuso una nueva parada en la calle 1 entre las arterias 42 y 43. En ese año de 1915, la tarifa estipulada por 13 cuadras se había establecido en 1 peso. Sobrepasada esa distancia el valor ascendía entre 1,50 y 2 pesos. Tiempo más tarde se fueron agregando más paradas de taxis en distintos puntos de la ciudad. Lo malo del modernismo es que, con la aparición del automóvil en la ciudad de aquella época, se fue muriendo poco a poco el transporte en berlina tirado por un caballo, que luego se conoció por “mateo” por la obra teatral del escritor Armando Discépolo. El último que yo vi en La Plata fue a principios en la década del 60.

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